mayo 25, 2023

Parece que estoy condenado a encontrar consuelo en  esta presencia tuya que no se borra. En la sensación de que viajas a mi lado cuando voy por la carretera. En los mensajes que publico con tu remitente, pero nunca respondes. En esa fotografía tuya que aparece en el rastro de mi historia... Unas veces sí, otras veces no, y que por estar en blanco y negro parece que sosegada se difumina al paso de los días. En tu silencio omnipresente. En esa ausencia tuya que te lleva quién sabe a dónde.

Encuentro la tarea de amarte en la lejanía extremadamente complicada. Encuentro doloroso recorrer esos sitios que caminé tomado de tu mano, y risiblemente aciago el que sea la pequeña caja de luces la que me lance a ellos, buscando un camino apto para salirme del trabajo. Encuentro igualmente de ridículo ir a restaurantes donde nunca estuvimos juntos, pero que de algún modo forman parte del dominio que es tu territorio, a cenar --peripatético-- de una esperanza que no ha de concretarse.

'Fué tan corto el amor... y tan largo el olvido' sonará en la bocina de mi radio por enésima vez, como epígrafe de los días que ahora se desgranan frente a mis ojos. Y sí. Es tan largo el estar sin ti... Tan pesado pensar si es que alguna vez piensas en mí... 

Abandono cada día un poco más ese sopor donde vienes a mí, con la noticia de que el mundo es nuevo, y que tiene un lugar donde podemos ser tú y yo. Me duermo en la pesadilla donde caminas por otros lugares, a propósito lejanos, abyectos, inversamente equidistantes de la posibilidad de encontrarnos de nuevo. Me hago silencio, en un esfuerzo inútil de proteger este corazón roto al que de frente le desfilan las situaciones más inusitadas. No quiero situaciones. La añoranza tiene una voz que repite tu nombre y tu nombre nada más. Al diablo con el resto.

Habrá de llegar el día donde seas una memoria. Donde no ocupes el asiento del al lado, en cada trayecto que hago solo. Llegará el minuto donde ya no deseé saber de ti, donde no le haga preguntas, ni regañe en la distancia a ese oido que quizás de mí ya no está atento. Se borrarán las memorias de tu cuerpo trenzado con el mío y de la forma de tus besos extraños e inéditos. Se perderá en el tiempo el anhelo de las historias que nos contamos, el nombre de nuestra hija, el ritual que pensábamos para cada estado que visitásemos; mi necesidad de pertenecer en el hogar de tus brazos... este menester esnob de escribirte en vericuetos, de lanzar botellas al mar, en la esperanza de que algún día contestes. Se perderá esta necesidad de que seas mía. Este amor extraño, que siempre fue una posibilidad en la distancia improbable de nuestra separación. Se borrará tu olor de mi pecho... Dejaré de añorar tu cuerpo enredado en el mío. Dejaré de pensar que teníamos con qué ser posibles, para que entonces entre la mar de la realidad a arrasarlo todo en este pecho derruido, por vez final.

Mientras, supongo, me entregaré al abismo, en esa necesidad de olvidar que un día te pertenecí. Que la sombra se lleve este cuerpo, que lo aleje de mí. Que en su oscuridad sea yo de quien sea y no sea de ti. Que sea yo el que sea, menos el que soy, porque irremediable, estúpido, ese sigue perteneciendo a ti. 


 


 Ábranse los prados verdes de los días que aún no han sido, como si fuese la propia esperanza que regresa a esta orilla del océano de las te...