octubre 04, 2020

Tal vez deberías de saber que soy un tonto. Un tonto empedernido soñador. Tal vez deberías saber que soy aire. Tal vez deberías saber que te añoro. Que sueño con besarte. Con estar una hora a tu lado. Que a veces miro con los ojos de la mente tu rostro y las líneas de sus contornos hacen que me enamore de ti un poco más. Tal vez deberías saber que no puedo dejar de pensar en tus caderas. Que te busco entre las multitudes cuando voy por la calle, y me pregunto si tu haces algo parecido, buscándome también a mi. Me pregunto si ya nos conocemos, si nuestras sonrisas son familiares; si hemos compartido una hora, una anécdota, una canción... ¿Un café? 

Quizás no.

Me pregunto si al encontrarte será sencillo percatarme de que eres el hogar que tanto he buscado, o si me perderé en la apariencia de no entender todo lo que significas. Me pregunto si podrás saber a tiempo que soy el viento que buscan tus alas; el puerto que reciba tu barco, el hombre que sea tu cómplice, tu campeón, tu fanático, tu amor...

Se me ha ido media vida tratando de encontrarte. 

Reservo en el pecho un pedazo de carne cuya habitación más hermosa nunca nadie tocó. Aprendí a punta de palo paciencia, mesura, respeto, alegría, libertad, entrega... Una idea un poco menos fallida de lo que es el amor; y aunque sigo aprendiendo y cometo errores, en el repaso de todas las lecciones aprendidas al caminar de los años entiendo que por eso aún no habías llegado, separada de mi hasta que encontrase yo una calma más grande, una felicidad más genuina, un punto donde lo que importe sea lo importante, y no eso que solamente parece ser vital cuando uno no entiende bien de qué se trata el valor.

Me gusta que el sol, que el viento, que la luna en el cielo sean las cosas que hoy me hagan estar bien. Como el tonto romántico que soy, me pienso que sólo en esa tesitura de espíritu tendría la cordura para poder recibirte, y poder construir algo que sea fuerte para que dure lo que de vida quede en este tiempo que nos toca compartir. No pido que sea sencillo. No pido que el mundo sea fácil. Sólo quiero que me encuentres y te sientas en paz a mi lado. Que te pueda hacer reír. Que me ames con tu propia idea de amor. Que se encienda tu deseo si te miro profundo, y que elijas elegirme y pueda yo tomarte mientras andamos por la vida, declamando cuentos que hayamos escrito los dos. 

Quiero ser la tierra donde eches raíces. Quiero que seas el pecho donde pueda descansar cuando esté triste. Quiero que seas esa sonrisa que me llena los labios cuando te mire, y que en los tiempos malos lo bueno que nos unió  haya sido tan bueno, que no entienda otra opción que no sea quedarme a tu lado y cruzar de tu mano por el fango hasta que lleguemos a tierras más mansas otra vez. Quiero que cuando te enojes haya en mi cuello un recoveco donde encuentres la paz de nuevo. Quiero que seas mi aeropuerto. Mi locura. Mi sanidad.

Tal vez ahora entiendes que soy un soñador; uno que pide que --donde estés-- tengas siempre aliento, pan, un techo, inspiración, sonrisas, y mucho amor. Si un día te encuentro, te abrazaré como el tonto que soy, en la esperanza que ese abrazo le haga sentido a tu hermoso corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 Ábranse los prados verdes de los días que aún no han sido, como si fuese la propia esperanza que regresa a esta orilla del océano de las te...